Los mejores textos de los estudiantes de la Université de Nantes, aquí en "Galdós vive"

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Lettres Modernes et Info-Com

Estudiantes InfoCom de la Université de Nantes y periodistas envían sus comentarios sobre El abuelo

Estudiantes InfoCom de la Université de Nantes y periodistas envían sus comentarios sobre El abuelo
Un texto de Galdós llevado a la gran pantalla

samedi 30 janvier 2010

Sobre el Honor

En la película El Abuelo de José Luis Garci, adaptación de la novela dialogada de Benito Pérez Galdós, numerosos temas importantes son tratados. El que mantuvo más mi atención fue tal vez el del Honor. En efecto, más que todos los otros temas abordados por Galdós (el adulterio, el divorcio, el suicidio…) el Honor es el que tiene la clave de toda la película. La moraleja de la historia recalca particularmente sobre el Honor y muestra que no es algo tan importante como parece y que hay otras cosas que tienen mucho más valor.
El Honor ha siempre sido un tema privilegiado en la literatura del siglo XVIII especialmente por la noción de nobleza y de valor que induce. Hace inmediatamente pensar en grandes historias apasionadas de caballeros, princesas y de nobleza que pueblan nuestra imaginación. Además, hay que notar que tratar del Honor generalmente incluye muchos otros grandes temas. Los dos grandes temas que son el Amor y la Muerte (que se da a alguien o a si-mismo por el suicidio) siempre se mezclan con el Honor para construir grandes y épicas historias. En la novela de Benito Pérez Galdós, la tendencia se plantea al inverso por el hecho de que el Honor, a pesar de el valor que muestra el abuelo en restablecerlo, no aparece como algo tan noble sino bastante inoportuno. Es otra manera de tratar el sujeto y que muestra una madurez muy interesante.
Anaëlle Letrémy. Université de Nantes.

Una impresión


Pocas, muy pocas palabras sobre la entrada de ayer, en Madrid, de nuestro admirable ejército de África. La impresión en todos ha sido unánime: impresión de disgusto, de contrariedad y de tristeza. Media hora antes de las once, la calle de Alcalá, amplia y hermosa, estaba repleta, rebosante de gente. Pocas veces se habrá visto en la vía pública una multitud tan compacta y tan ansiosa de aplaudir. Comenzaron a pasar las tropas y comenzó el desencanto. El ejército no podía desfilar; las tropas se veían precisadas a atravesar con mil trabajos por entre la muchedumbre. Los soldados desfilaban en pelotones, de dos en dos, de uno en uno; el público se mezclaba con ellos; el desfile se hacía con una gran lentitud. Transcurría el tiempo; poco a poco el público desaparecía: los balcones y tribunas se despoblaban. Comenzó el desfile a las once; a las dos y media duraba todavía. Una profunda tristeza se reflejaba en todos los semblantes; se veía vivamente contrariados a los dignísimos y valerosos oficiales que mandaban las tropas.
Se han hecho mal, muy mal, las cosas. No ha sido ésta la entrada de un ejército vencedor, cuya oficialidad tan alto e inmortal ejemplo ha dado de heroísmo. Para realizar una entrada digna de tal ejército, las tropas de Madrid debieron haber cubierto la carrera. Se hubiera tributado con esto un homenaje de admiración y de cariño fraternal del ejército que vuelve triunfador. Libre la vía pública, las tropas hubieran desfilado por ella ligeramente, con desenvolultura, con toda la marcialidad y la gallardía propias del Ejército. Hubieran sonado las músicas, y la multitud, enardecida, entusiasmada ante el magnífico espctáculo, hubiera llenado el aire de vítores y aclamaciones. Así todo se hubiera juntado en una visión breve, rápida, intensa y el desfilar del ejército marcial y ligero hubiera formado un conjunto armónico, de una belleza insuperable, con las ovaciones, el sonar de las músicas y las flores que de los balcones y tribunas se arrojaban.
Hoy saldrá la Prensa excusando el fracaso de los organizadores de la recepción con el tópico de la “confraternidad del pueblo y del Ejército”. No es eso; todo es compatible: la confraternidad puede venir luego. Pero el Ejército, ante todo, debe ser Ejército. El Ejército, la impresión suprema, total, que debe producir en la multitud es la de fuerza, orden, autoridad, jerarquía, indestructible e inexorable disciplina. No puede haber impresión más intensa y más bella que la que produce un ejército que sea como un mecanismo, como un organismo ordenado, rápido, matemático, silencioso. Entonces es cuando se aprecia y se siente intuitivamente todo el alto valor de una fuerza, de la fuerza –razón suprema creadora de derecho- que evoluciona, que se mueve con la precisión, rapidez y la seguridad de quien tiene conciencia de su propio valor, de su trascendencia y de su alta misión. Ayer mismo se vio, como cuando algún jefe –como el señor Páez Jaramillo, como el señor Bermúdez de Castro- intentaba poner en orden a sus soldados y los hacía caminar un corto trecho militarmente, la multitud aplaudía llena de entusiasmo, y los vítores y las aclamaciones salían de todos los labios.
Pero los esfuerzos eran inútiles; otra vez las filas se cerraban y comenzaba la desordenada desbandada, sin lucimiento y sin gallardía. Error, profundo error ha sido este recibimiento organizado en honor de un ejército que tan alto ha puesto el honor de la patria. Olvidemos tan enorme torpeza, y vaya un aplauso entusiasta y cariñoso para quienes con tanto heroísmo se han batido en la tierra africana.
Azorín. ABC, 30 de enero de 1919, pág. 5.

vendredi 29 janvier 2010

Los estrenos, en el Príncipe Alfonso, Jacinto Benavente


En el Príncipe Alfonso. Beneficio de Benavente, otro estreno de Benavente y jueves de gala, dedicado a los niños...¡Miel sobre hojuelas!
El lindo salón del teatrito del Príncipe Alfonso estaba animado, aunque no totalmente lleno, como hubiera sido de desear. Las plateas mostrábanse como canastillas de flores. Los pequeñuelos no refrenaban de flores. Los pequeñuelos no refrenaban su impaciencia por ver iluminada la escena. Y así palmotearon contentos y a su sabor volviendo a ver encantados las comedias Ganarse la vida y El príncipe que todo lo aprendió en los libros. Entre una y otra fue dada a conocer la novedad. Hubo aplausos repetidos para el poeta Marquina, que leyó una composición del portugés Guerra Junqueiro, traducida muy bien al castellano y adecuada para aquel ambiente; para Ruben Darío, cuya Marcha Triunfal declamó Nilo Fabra; para Fernández Shaw, por su entonada y vibrante poesía “Los expresos” y por último para Benavente, que dio a conocer su traducción de un breve y hermoso cuento de Paul Delair, que dejó en el público impresión honda.
Pero lo que mas conmovió a los espectadores, grandes y pequeños, ayer tarde, fue la obra estrenada: el cuento en acción El nietecito, evocación del popularísimo de la manta del padre e inspirado –según honradamente declara en los programas el autor de Los intereses creados en otro cuento de Grimm.
La sencillez de la acción y los personajes, la sobriedad del ambiente, el lenguaje apropiado a la condición de cuantos en aquel hogar pobre se mueven y a la vez no desdicen de la pluma del ilustre literato que da un proverbio corriente un relieve noble y agudo, clavando en la memoria y en el alma con la saeta de la emoción la verdad de la moraleja, eran sobrados elementos para el éxito con un desenlace rápido y tierno.
Si acaso algunos espectadores pensaban. ¡Qué triste se va poniendo Benavente, en el público, que, conmovido aplaudía, podían hallar la mejor contestación: ¡Qué humano y qué conocedor de los fines de ese teatro que, en noble empeño, ha fundado y alienta para los niños! A cada cual lo suyo.
La interpretación, excelente. La ovación a Benavente alcanzó a todos los artistas. Lo merecían. ABC, 28 enero, 1910, R. G.

lundi 25 janvier 2010

Opiniones, ABC, 26 enero, 1910, Azorín


Dos amigos platican sosegadamente sobre asuntos de política, o, mejor, de psicología de la política. Dice el uno: -Desengáñese usted, querido amigo; hoy, poc más o menos, se puede hacer cuanto se hacía hace quince años. Un político, un partido político, un bando político, podrá hoy usar de las mismas artes, de los mismos manejos, de las mismas prácticas que hace un lustro, o dos, o tres se empleaban, y que ahora, a unos pocos, nos parecen insólitos. Las sociedades caminan muy lentamente. Abramos la Historia; si examinamos la contextura, la biología, las costumbres del siglo XVII, por ejemplo, veremos que, por encima de los trajes, de los usos sociales, de la csa, de los muebles, de los artefactos auxiliadores de la vida –maquinismo- por encima de todo lo externo, de las apariencias, en suma, solo en una parte pequeñísima, diminuta, nos diferenciamos de aquellos antecesores nuestros.
Son las nuestras las mismas pasiones, las mismas ansias, los mismos deseos, las misas concupiscencias. Los que vivimos en los libros, los artistas literarios y especuladores intelectuales de todo género, estamos sujetos a una ilusión fundamental, a un error nacido de nuestra propia vida mental; cremos que nosotros, nuestro espíritu. Ahora, si consideramos lo poco que nos separa de una sociedad de hace dos otres siglos, deduzcamos lo poquísimo, lo imperceptible, qie habremos adelantado con relación a un momento social de hace diez o quince años. Es una cosa triste, pero innegable, que hay prácticas y manejos políticos que al cabo de un lapso de tiempo de saneamiento social creíamos abolidos, son y pueden ser resucitados impunemente.
-Permítame usted- ha replicado el otro amigo; -convengo en todo lo que usted me va diciendo. Pero el mismo ehecho de que nosotros, y con nosotros otras personas, otros ciudadanos, encuentren reprobables, condenables, esas prácticas, ¿no es un síntoma evidente de que hemos adelantado algo? Un nuevo estado social se inicia siempre en una minoría, en un núcleo de innovadores y de reformadores. No entiendo aquí la “reforma”, la “innovación”, como algo activo; me basta con que sea un estado de conciencia tan solo, un estado pasivo, de reflexión. Los que condenen y anatematicen en un país una política anticuada pueden ser quinientos, mil, dos mil ciudadanos; pero en torno de ellos, gracias a la irradiación lenta y silenciosa de estas conciencias, va formando un ambiente, un estado nuevo, que poco a pocos se va enganchando, agrandando. Por eso el jefe de un partido político de saneamiento debe tener consciencia de lo enorme y dificultoso de la labor y debe no desmayar ni flaquear al ver cómo, al igual de un dique ante una avalancha irresistible, parte, gran parte de su obra, es arrasada por la corriente. Un estadista en tales condiciones, que se imponga tal obra, no puede ser sino un espíritu alto y sereno, un gran patriota, un abnegado, un hombre de fe y de esperanza, que mire, no al momento presente, sino a la continuación del todo patria y de la raza. Si un hombre así trabaja como veinte y de su obra no queda más que como ocho, ¿no podrá darse por satisfecho, no habrá hecho por su país algo meritísimo y grande?
-Perfectamente, estoy de acuerdo con lo que usted expone- ha vuelto a decir el primer interlocutor- Ahora, y según esto, a mi parecer, lo importante es hacer que de la obra realizada, que de la obra que se realiza, quede lo más posible. O mejor y más exactamente, uno de sus principales cuidados debe ser el que del total de la innovación pueda ser realizado, pueda llegar a la realidad, lo más posible.
-Tocamos con eso a uno de los problemas más arduos de la política: el de resistir o transigir. Yo creo que en materia tan compleja, contradictoria y ondulante como la de la realidad social viva no se puede dar por adelantado una norma fija rígida, inmutable. Una norma fija en política es tan absurda como una norma fija en moral; ya sabe usted que ante el canon kantiano; ante la norma racionalista, se alza siempre la realidad con sus mil circunstancias, que imponen un cambio,una modificación, una atenuación...que el moralista, el kantiano rígido, no podía prever. En política habrá que usar de uno u otro procedimiento (inexorabilidad, condescendencia) según los caosos. Pero lo que es indudable es que en las sociedades modernas, actuales, hay un elemento poderosísimo, formidable, que no existía en las sociedades políticas de hace dos siglos. Este elemento es la opinión pública. Y con el elemento opinión pública se ha creado por los gobernantes un arma de gobierno, un recurso, también formidable, que desconocían los antiguos: el recurso sugestión. La sugestión es hoy totalmente indispensable a los gobernantes. La opinión pública la constituyen una amalgama indefinible de pensamientos, voluntades, sentimientos e impresiones fugitivas y deleznables. No basta que el gobernante realice una labor honda, beneficiosa y eficaz; es preciso que esa amalgama enorme de ciudadanos lo sepa, tenga noticia de ella; es preciso, imprescindible, imponerse por sugestión, ideológicamente, a ese complejo de ciudadanos, tenerlos suspensos de lo que se hace, crear a su alrededor y sobre ellos una atmósfera artificial, de alucinación –en el buen sentido- algo a manera de escenografía, de teatro.
-Pero ese arma puede ser fatal, de alcance tremendamente deplorable, si la usa un partido antipatriota, un gobernante malo.
-Ante ello, ¿qué vamos a hacer’ Pero puede ser, será realmente, de un beneficio incalculable para un estadista abnegado ypatriota. La mitad de la realidad social, la mitad de la vida tanto social como individual, es ilusión, es sugestión. ¿Cómo podrá un gobernante prescindir de este hecho innegable? He dicho que la mitad de la vida es sugestión. Pero el arte, ¿no lo es acaso también? Enlas mismas religiones, ¿no juega la sugestión; noblemente, un importantísimo papel? ¿Con qué lógica prescindiremos de ella en la política, es decir, en el terreno donde es más necesaria, en el movedizo terreno de las emociones e ideas vivas actuantes de la multitud. Azorín.

samedi 23 janvier 2010

Los estrenos. La Comedia Mi papá de Carlos Arniches




Debemos impagable gratitud a Carlos Arniches y a García Álvarez por las tres horas de divertimento que anoche nos proporcionaron con su juguete cómico Mi papá. No es empresa tan fácil sostener durante los cuatro actos de que consta la obra la hilaridad en el público a fuerza de ingeniosidades y de ocurrencias felices en el diálogo y de situaciones cómicas preparadas con acierto.
Esta obra, francamente ligera y agradable, a ratos bufa, deja a nuestra imaginación en sosiego, no nos preocupamos de si un determinado carácter es o no un documento de la vida de si la tesis es más o menos tendenciosa, de si debemoss catalogarla entre las comedias puramente artificiosas y efectictas; ningún símbolo hemos de descubrir en ella, no; bien seguros de la tranquila expansión de nuestro espíritu ante lo que van a ofrecernos Arniches y García álvarez, de que hemos de pasar un buen rato, y, la verdad, ¿quién no agradece una pequeña tregua, un respiro de alegría sana, un poco infantil si se quiere, sedante para nuestros dolores, alivio de nuestras preocupaciones.? Es necesario estimular a los que, como Arniches y García Álvarez, han realizado con tanto éxito la noble empresa de ahuyentar nuestro tedio con el bien de la risa.
¿Que la obra es un poco gorda? Seamos tolerantes, que otras cosas más gordas hemos de sufrir a diario. ¿Que a veces para lograr un chiste se lanza un personajes solo para justificarle? Traduzcámoslo por el escesivo afán de obligarnos a reír a todo trance, única pretensión que en Mi papá pusieron sus autores.
Claro que algunas cosas son innecesarias y huelgan; pero digamos en disculpa de Arniches y García Álvarez, embajadores del buen humor, que la de anoche es la primera obra grande que llevan al teatro y a la consideración de un público no muy fácil de contentar, y que de la prueba no pudieron salir más airosos. La gente se tronchó de risa ante las cómicas aventuras de don César Benavides, ilustre desocupado, gran caballero de la orden de la andante gorronería, que por un puñado de pesetas se presta a pasar por padre de un joven que sin el fingido consentimiento del autor de sus días no podría contraer matrimonio.
Pero Don César, papá alquilado por veinticuatro horas nada más, se halla tan a su gusto en su papel, bien comido, a que quieres boca, que ni con destornillados hay medio de sacarle de al lado de su provisional familia, hasta el punto de convertirse en un obstáculo serio para la tranquilidad del joven esposo, que teme fundadamente que su padre efectivo pueda presentarse y descubrir la combinación.
Cuanto ocurre entre Don César para sostener su oposición en la casa y su amigo paa quitársele de encima constituye toda la trama del juguete, que, con especialidad en los dos últimos actos, es abundante en episodios e incidentes cómicos, que mantuvieron al público en perpetua carcajada.
Al final de los actos tercero y cuarto, Arniche salieron varias veces a escena.
Santiago, es el simpático lipendón Don César, estuvo graciosísimo, demostrando como en Las de Caín, que siempre sabe mantenerse dentro de los límites de lo cómico sin peligrosas exageraciones.
Irene Alba dio gran relieve a su papel, que interpretó con su gracia habitual, Merceditas Pérez Vargas, monísima, adorable de ingenuidad.
Julia Martínez, la señora Sánxhez, guapota Gregoria. Las señoritas Carbonne, Gelabert y otras que siento no recordar muy lindas criaturas. González, Vilches en el hortera ideal, Zorrilla en el sordo de hormigón armado, Rivero, un joven actor de grandes esperanzas; Bonafé y Cava, dieron al juguete muy adecuada interpretación.
Mi papá fue un gran éxito de risa, que dará mucho dinero.
Los autores y la Empresa están de enhorabuena.
Mi más sincera felicitación.
Floridor. ABC, 27 de enero de 1910

jeudi 21 janvier 2010

La Libertad, ABC, 15 de enero, de 1910


Observador.- ¿Qué dice usted?
Telarañista.- Que en las pasadas elecciones hemoscontemplado el espectáculo magnífico, soberbio, de la idea liberalconcretándose...
Observador.- Una vez más; se lo ruego; no entiendo bien; repita usted.
Telarañista.- Que la idea liberal, pura, inmaculada, generosa, se ha manifestado por fin, en las pasadas elecciones de un modo esplendoroso, admirable...
Observador.- ¿Me permite usted que sonría levemente, con una sonrisa de afecto, de indulgencia?
Telarañista.- Sonría usted, sonría cuanto quiera; pero la idea liberal el verbo que flotaba confusamente sobre las aguas...
Observador.- ¡Perdón, perdón! ¿Adónde va usted a parar? Permítame usted. Con todo respeto: usted no vive en España y en 1910; usted vive...en la república de Platón. Desscienda usted a la realidad; en España, y en las pasadas elecciones, no se ha manifestado nada de eso. ¿Qué sucede en todas las elecciones en España? Vota una masa de electores contra el Gobierno, sea el que sea el Gobierno; luego, si el Gobierno está decidido -¿cómo no?- a ganar las elecciones, vota también a su favor una masa considerable de allegados y dependientes suyos; en último término, si el Gobierno se desliga en absoluto –al igual que el presente- de todo escrúpulo y consideración, comete para ganar las elecciones mil desmanes, chanchullos y desafueros. ¿No sabe usted nada de las rondas de votantes, y de los embuchados, y de los centenares de cédulas supuestas que han actuado en Madrid en las pasadas elecciones? A no ser por todo esto, y por la corrección ingenua de losconservadores, el Gobierno, en la pasada contienda, hubiera perdido las elecciones. Y entonces, ¡adiós resurrección liberal, adiós verbo democrático que flota sobre las aguas y que encarna, adiós telarañas idealistas.
Telarañista.- poco a poco, y midamos bien las palabras. Me aturde usted, me atolondra y marea con su charla precipitada. ¿Según usted?...
Observador.- Según mi modestísimo criterio, el criterio de un observador pequeño de las cosas, lo que hay en España no es resurrección ni encarnación de nada. Eche usted la vista por el espectáculo que no están ofreciendo los liberales, examine usted las enormidades que se han cometido en provincias –Murcia está a la vista- y las que se están cometiendo para preparar las próximas elecciones; observe cómo se desvirtúan y tuercen las leyes; vea cómo un ministro deja sin proveer la más alta magistratura del Estado, pensando ocuparla él cuando abandone la poltrona; consideres el devanar sin tino en reales órdenes sin finalidad práctica de tal otro ministro y sus viajes ridículos y fantasmagóricos; pare su atención en el desconcierto e incertidumbre que reina en las esferas del Gobierno; vea las gentes en expetación de algo tremendo, de algo trascendental, que puede ocurrir cualquier día; repare como la Prensa ministerial, antes tan gritadora ante cualquier pequeñez, ahora se hace un ovillo en un rincón y calle ante verdaderas enormidades..¿No le dice a usted nada todo esto y otras muchas cosas que en voz baja se relatan? No; lo que en españa se ventila hace tiempo, y ahora más que nunca, es un pleito terrible, formidable; el pletito entre la política vieja, desatentada, corrompida, del desorden y la anarquía y la política inexorable del orden, de la autoridad, de la rectitud, de la integridad y de la buena administración. Si la primera venciera en definitiva, ¿adónde iríamos a parar?
Telarañista.- Pero la libertad, el progreso, la democracia...
Observador.- Telarañas, palabras. ¿Qué entiende usted por libertad? La libertad de todos es la tiranía de todos. La libertad es el orden y la paz. La libertad es el perfecto funcionamiento y dependencia de todos los organismos del Estado. La libertad es la administración recta y honrada. La libertad es el respeto profundo a la ley. La libertad, en suma, es la sujeción, el diminio, el aherrojamiento de todas las pasiones malsanas y de todos los instintos aviesos.
Telarañista.- ¡basta, basta! No podremos entendernos jamás.
Observador.- No podremos entendernos jamás porque usted es un idealizante, un poeta, un espíritu que vive en las nubes, en la abstracción; y yo vivo entre hombres de carne y hueso, en la realidad, en España y en 1910. Y mi creencia firme, inconmovible, es ésta: que no puede ser libre aquel que no se reprime y sujeta fuertemente. ¿hemos llegado los españoles a esta altura de dominio propio y de autorrepresión? “Declararase libre –decía Goethe en sus Consejos a los poetas jóvenes, es decir, a los jóvnes telarañistas; -declararse libre es una grande pretensión, porque se declara al mismo tiempo que se quiere dominar uno a si mismo. ¿Y quién –preguntaba el filósofo- quien es capaz de ello?”.
Azorín.

lundi 18 janvier 2010

Cartas a Isidora Rufete de su amiga Jacinta


Isidora Rufete, dilente compañera.
Ya te dije querida amiga que las cosas no se presentan en absoluto halagüeñas. El otro día encontré –con esta manía que me ha dado por estudiar- una noticia en un periódico del 10 de octubre de 1907 una efeméride, una más, un trozo de vida como otra cualquiera si no fuera porque los contenidos me parecen de suma actualidad. La noticia decía así:
Esteban Adrián Asenjo, que es hombre pacífico y de buenas intenciones, demostró todo lo contrario una tarde del mes de junio del año 1905, y por su mujer, Antonia Lázaro, habíale contestado en forma violenta, o por si él no estaba de humor para aguantar tales insubordinaciones, cogió una estaca y puso negra a su consorte. Esta, al verse tan ferozmente apaleada, se apoderó de una escopeta de salón que había en el jardín de la casa que ambos cónyuges habitan en el inmediato pueblo de Vicálvaro, y con ella se hubiera defendido, aunque su intención no fuese la de herir a su marido, si éste no hubiese sido causa, al agarrar el cañón para arrancar el arma de las manos de Antonia, de que se disparase y lo hiriera en el hombro izquierdo.
El fiscal, Señor Durán, calificaba estos hechos considerándolos constitutivos de un delito complejo de disparo y lesiones; pero la reforma del Código hízole modificar, apreciando sólo la existencia de un delito –el de disparo- pues las lesiones, por haber curado antes de los quince días, constituyen una falta.
El defensor de Antonia Lázaro, que lo era nuestro compañero de redacción Don Manuel Tercero, sostuvo en su informe que faltando en el hecho la intención, la voluntad de cometerlo, debía ser absuelta su patrocinada, o en otro caso, considerarla autora de una falta de lesiones por imprudencia.
La causa quedó pendiente de fallo. ABC

¿Qué te parece querida? Y es que muchas de nuestro género deberían tener un curso de defensa personal y licencia para matar y defenderse de cuanto animal ataca sin piedad por el mero hecho de querer dominar. Ya hemos olvidado que los hombres nos diferenciamos en algunas cosas de los animales, éstos, nos dan buenas lecciones y no he visto hasta hoy que un animal de género masculino mate sin piedad a su pareja de género femenino. Te cuento estas cosas porque tú has sufrido en tus carnes el maltrato y tuviste que callar aún cuando desfiguraron tu bello rostro. Que sepas que ahora las cosas se han agravado y muchos no se conforman con marcar a las mujeres, también en el alma, sino que van mucho más allá: ahora asesinan sin clemencia.
He estado revisando el otoño 1907 del Doctor Fausto y los años siguientes, también, y contemplo con tristeza lo poco que las cosas han cambiado en esta sociedad sumamente hipócrita en que nos encontramos. Triste panorama querida amiga. Ahora parece que nuestra profesión –la de mujeres- ha cambiado con eso de la emancipación y demás zarandajas…no, no ha cambiado en absoluto. Ni se ha alcanzado una igualdad, ni sabemos casi lo que es eso. Yo encuentro serias deficiencias y un gran cinismo. Quizás contribuye la poca solidaridad que tenemos entre nosotras, eso desde luego, los enemigos más feroces que tengo: son siempre mujeres. Sabes que te aprecio una barbaridad, pero he penado en muchas ocasiones por el daño que la sociedad ha hecho en tu persona y sobre todo porque no sé cómo puedo cambiar eso, vamos que no lo puedo cambiar. ¿qué ha sido de esos hermosos ojos azules? Querida amiga, parece que tenemos argamasa de clases sociales, aunque esto no es verdad, en el fondo –ahora soportando el poder de las religiones- muchas de nosotras penan por construirse a si mismas. Ha desaparecido un concepto de clase social decimonónico pero ha nacido otro. De esto ya hablaremos otro día.
Contemplo con pena madres que no quieren ser tales, mujeres que arrancan sus hijos de sus entrañas porque no pueden concebir su vida con ellos, determinaciones de lo más licenciosas. ¿te acuerdas imagino de tu Riquín? A pesar de ser macrocéfalo, ¿cómo has querido a tu chiquitín aunque por tus circunstancias tuviste que abandonarlo? Claro que le has querido, ¿hubiese sido mejor hacerlo desaparecer? Quién sabe.
En tus tiempos la crianza era difícil, pero ahora créeme querida, también lo es. También es difícil el amor inalcanzable, soñado, el amor galán, esa relación que a duras penas todas buscamos y que es una falacia. En realidad no existe. Es una figura de nuestra invención, el cortejo, el abrazo, la mirada, la caricia…Ya no hay ternura querida amiga, seguimos dejándonos engañar al tiempo que buscamos esos elementos a todas luces del imaginario. Somos grandes quijotas que transformamos nuestra realidad e inventamos hombres que nos aman cuando en realidad no es así.
Tú porque leías novelas, y nosotras las de mi generación porque además de leer novelas vemos muchas películas de eso que nació años después de tu existencia: el cinematógrafo. ¡Cuánto daño han hecho en nuestras vidas esas ficciones! Tanto es así que en busca de un amor del imaginario cambiamos nuestras vidas de forma categórica. Bueno qué te voy a decir que tú no sepas ¡con lo que hiciste por el Pez! Para nada. Amar significa perder siempre. Sólo el saberse enamorada en esta sucesión de días absurdos, diarios, machacónamente cotidianos nos hace grandes, vivas aunque en la mayoría de los casos sea exclusivamente patrimonio de la imaginación. Aún así, puede que merezca la pena, según, claro está, del precio que tengamos que pagar, que será alto como altas son nuestras miras y aspiraciones. Yo solo sé que tú eras feliz en esa utopía de tu existencia construida y rompieron tu ensoñación. La mano de Pez fue implacable, tenías que haberte enfrentado a él, tenías que haber hecho las cosas mejor, distintas ¡qué se yo! Tenías que haberte rebelado pero no podías y de las horrorosas cosas que sucedieron en tu vida, yo sé que la que más te hirió fue el despecho de Pez, su traición. A partir de ese momento te dejaste arrastrar hacia un lugar de existencia duro y terrible: hacia el fango de la desilusión amorosa. Con la hermosa vida interior que tu tenías! ¿Qué falló? A pesar del daño sufrido por la creencia impuesta de pertenecer a la aristocracia, nada del sufrimiento que tuviste que pasar se hubiese dado sin el abandono de Pez. Si él hubiese cumplido su palabra y se hubiese casado contigo, tu vida habría cambiado notablemente. El desengaño amoroso te llevó a lo peor, víctima de la sociedad no supiste aprovechar tus cualidades. Pronto vuelvo a hablarte. Cuidate.
Tu amiga que te quiere, Jacinta.

dimanche 17 janvier 2010

Galdós, de canario nada

Los canarios se han adueñado de la figura de Galdós, y esto es algo que siempre me ha desesperado. Aun siendo canaria como soy, no me parece oportuno este –digamos- adueñamiento que sobre todo los partidos políticos han tomado desde hace tiempo con la figura de este universal escritor. Galdós, es sobre todo eso, un escritor universal, y quiso serlo en vida porque de no ser así ya se hubiera ocupado él mismo de ser otra cosa. Sus orígenes no demuestran que sea un canario puro, tal y como los más puristas de las islas por lo general demandan y exigen a los que quieren abanderan esa condición. Y quizás lo más importante de todo es que tuvo un país o región de acogida que él mismo eligió para vivir que con el tiempo fue agrandandado a Santander...como lugares patria donde hacer una vida, y después fue ciudadano del mundo porque su obra se ha nutrido de una cantidad incalculable de lugares y experiencias, únicas para él. Todo tuvo un sentido importante, todo cobraba vida para , todo menos las Canarias y de todas las formas así le corresponden sus paisanos, la mayoría de ellos confundiéndole con Unamuno que dijo esto de los canarios, que dijo lo otro. En efecto, las Canarias, era un lugar donde no pasaba absolutamente nada y por lo tanto no había nada que contar. Volvió poco a su lugar de nacimiento, por algo sería, como retrató poco la idiosincrasia isleña por más que los estudiosos autóctonos se empecinen en establecer comparaciones de algún personaje con no sé qué prototipo femenino. Falso, enormente falso, una mentira más. A mi pobre amigo le han vestido de mentira hace tanto tiempo...Sus paisanos reniegan de él y poco les importa todo lo que se organiza a cerca de su persona en estas islas porque –recuerdo que son siete islas y no una. Para ellos, para nosotros, en el peor de los casos era un vasco que nació en la isla y se fue a encontrar con los peninsulares, y en el mejor de los casos, todo lo que tenía de canario se perdió en la noche de los tiempos haciendo de sus costumbres, personajes, algo mucho más universal, enorme, afortunadamente. Galdós dejó un legado cultural y sabio, pero su Fundación o Casa Museo –que suena aún peor- solo apoya las inicativas isleñas que se quedan entre tres o cuatro seguidores, que desgraciadamente somos siempre los mismos,
P. Bethancourt

vendredi 15 janvier 2010

Tipos de políticos, ABC, 13 de enero, 1910.


A mi entender, todos los políticos , todos los hombres que actúan en la vida pública, pueden reducirse a tres tipos o categorías. El primer tipo de político, le que se halla más bajo en la escala, el tipo completamente inferior, es el del político “utilitario”, digámoslo así; “el tipo que actúa” y se desenvuelve en la vida política, en la gobernación, sin más guía ni más propósito que el de su propio provecho y engrandecimiento. Este político ha abundado mucho durante la Restauración y de él quedan todavía muchos ejemplares. Escéptico y egoísta en absoluto, su visión de las cosas y de la realidad no se extiende más allá del círculo en que se mueve su persona. Todos sus esfuerzos los concentra en un punto supremo: su bienestar. Este político, si llega a los Consejos de la Corona y tiene la desgracia de abandonar el cargo a los cuatro o seis días, o al mes o los dos meses, se consolará fácilmente pensando que le queda la cesantía de ministro. Sí, por el contrario, dura mucho en el cargo, él se ingeniará de modo que al abandonarlo lo haga en distintas condiciones de cuando entró en él. Ni el bienestar de su país ni sus ciudadanos le importan nada a tal político. Como último rasgo que lo retrata diremos que tal político suele ser ingenioso, franco, campechano, decidor, elocuente a veces.
El segundo tipo de político es el que podemos calificar de “espectacular” osea un político que toma la vida pública como un espectáculo, como un arte (entendiendo el arte en el sentido en que lo entendía Spencer, como un juego). Este político puede ser honesto y recto; pero es también un escéptico, un pesimista. Generalmente, los políticos de esta categoría son historiadores o aficionados a los estudios históricos; ellos proceden con absoluta rectitud y lealtad; pero la historia y el trato de los hombres y la observación (una parcial observación) de las sociedades humanas les han hecho ver la inutilidad de todo esfuerzo, y toda su obra, toda su labor, se reduce a mantener un status quo prudente, un equilibrio, una ponderación discreta, y a transigir y contemporizar, sin más finalidad que ser, estar, que dejar que las cosas se desenvuelvan ellas mismas. El tipo de este político escéptico y equilibrado puede decirse que ha sido y es la causa de nuestra ruina y de nuestro atraso. Pueden ser irreprochables en su conducta; pero su grande y profunda falta consiste en ese mimo de dejar hacer, en esa transacción continua y triste, en ese celebrado y ponderado equilibrio.
El tercer tipo de político lo constituyen aquellos que exactamente se podrían calificar de “místicos”; políticos de una poderosa y rica vida interior, de una gra fe, de un arobusta y poderosa confianza en sí mismos. Son rarísimos esos políticos, y su aparición en una sociedad, en un país, bien puede ser señalada con piedra blanca. La vida de estos políticos es una continua lucha. Creyentes en el poder de su acción, creyentes en los destinos de su pueblo, creyentes en el mejoramiento y perfeccionamiento social, toda su alma y su vida es puesta en todos los momentos, todos los días, al servicio de su idea. Como la resistencia al mejoramiento es enorme en un país inculto, o poco culto, como el nuestro (y por eso se necesita la reforma, por la gran cantidad de incultura) tal político ha de tropezar en su camino con la protesta, el clamor y la inxomprensión, o, lo que es peor, las miras interesadas, no de la multitud, sino de cierta parte social, de cierto elemento arcaico y misoneísta, que pasa por “ilustrado” por “independiente”, pero que en el fondo es mas beoclo y más fanático que la multitud. Este político, llevado, impulsado por su fe íntima y profunda, altamente patriota, habrá de entrar en pugna, habrá de chocar violentamente, desde el primer momento, con esta masa retardataria y anárquica, opuesta a toda innovación y a toda mejora social. Como la multitud es inconsciente, irreflexiva, si el aludido elemento “ilustrado” consigue alucinar y sugestionar a la masa, la lucha de tal político habrá de ser doblemente formidable. Puede darse el caso de que la multitud no logre ver el verdadero carácter y la gran abnegación de tal político, y entonces éste, acaso desesperanzado, fatigado del gran esfuerzo, renuncie a la lucha; pero si tal político posee todo el gran temple de alma que se se requiere para figurar en esta categoría, y prosigue en su labro tenaz, titánica, y logra vencer la resitencia de los retardatarios e incultos, o mejor, de los interesados, profundamente interesados en defender su propio modo de ser, que es toda su vida, en ese caso la nación y la sociedad en que tal político actúe habrán entrado en un nuevo período de su evolución. De todos modos, en uno u otro caso, el esfuerzo no será nunca baldío, y la semilla arrojada por este hombre entre sus conciudadanos –su alto y luminoso ejemplo de honestidad, de patriotismo y de rectitud, sus anhelos, sus esperanzas y sus deseos- germinará y fructificará a lo largo del tiempo. Azorín.






mercredi 13 janvier 2010

Por la resistencia, Azorín, ABC, 12 enero, 1910

Roque Rey, -seudónimo de una distinguida personalidad- ha planteado en estas columnas uno de los problemas más interesantes de la política: el de transigir o resistir. Yo mismo, muchas veces antes, y recientemente, me he ocupado del mismo asunto. Pero mientras el Sr. Rey hablaba dela política refiriéndose a una realidad concreta y determinada, el autor de estas líneas la trataba desde un punto de vista doctrinario, general, en abstracto. Yo equiparaba la política a la moral. Según mi sentir –sentir puramente relativista, contingente- es imposible decidir por adelantado y sin consideración a la realidad, a una realidad dada, a un momento social, si el político tendrá que transigir. Al equiparar la política con la moral, desde luego se echa de ver que, paralelamente, análogamente, un moralista puede sentar un canon, un precepto de conducta, para conformar a él rigurosamente la vida, canon y precepto que serán admitidos y aprobados por todos en el terreno de la teoría; pero que luego pueden surgir circunstancias imprevistas, muy atendibles, altamente atendibles, que obliguen, en un caso concreto (de aquí el casuísmo, la labor profundamente humana de nuestros antiguos casuístas) que obliguen a desviar, atenuar o anular el precepto. ¿Será necesario citar ejemplos conocidísimos de todos? ¿No están en la memoria de todos las célebres sentencias del juez de Magnaud?
En política sucede igual. Ahora, descendamos a la realidad concreta, bajemos a los hechos. Examinemos, por ejemplo, España y dentro de España el actual momento de su desenvolvimiento social. Tenidas en cuenta todas las circunstancias de nuestro pueblo, de nuestro carácter, de nuestras necesidades, de nuestros deseos –los de todos aquellos que sinceramente anhelan nuestro progreso y nuestro bienestar;- tenidas en cuenta todas estas circunstancias frente a este caso concreto, definidísimo, preguntemos: ¿qué política nos conviene a nosotros: la de la transigencia, el acomodo, la contención, la resistencia? Para caminar hacia un estado social mejor, para acabar con todas las lacras y corruptelas que nos infestan, elegiremos la primera política, o la segunda? La contestación es obvia y terminante. A la vista está, bien notoria, bien manifiesta, la obra del partido conservador y el reconocimiento y la simpatía que toda la parte ciñta y verdaderamente independiente del país siente por los conservadores a causa precisamente de esa obra, de esa política.
Un hombre hay en el partido conservador que se ha revelado en la anterior etapa como un gran gobernante, y que ha sido el más preciado yel mejor colaborador de jefe del partido. ¿Hubiera podido ese hombre realizar la notable y meritísima labor que ha realizado y llegar a la altura a que ha llegado con una política de transigencia y de dejar hacer? Estamos en un momento crítico de nuestra historia; luchan por un lado las antiguas y formidables tendencias de corrupción y de laxitud; se levantan frente a ellas los deseos, las ansias, los anhelos de saneamiento moral, de purificación de las costumbres, de estabilidad y de bienhestar. En estos momentos críticos, decisivos, todo hombre derecta conciencia y de amor al país, sin vacilar, decididamente, con entusiasmo, se pondrá al lado de una política de firmeza, de energía, de inexorabilidad. No importa que clamen y protesten y traten de desvirtuar la tendencia la masa de retardatarios y de logreros; una obra de renovación fecunda no se realiza en: silencio y sin la resistencia de los que con el cambio serán anulados y destruidos. Lo que precisa es tener fe y decisión. Lo que precisa es poder levantarse sobre las contingencias del momento y no olvidar –y aquí vuelvo a recordar el tema de uno de mis artículos- que cuando se ha tomado una posición se ha de permanecer, como decía Goethe, fuertes en ella, incommovibles, seguros de que todo lo que no sea nosotros pasará y se desvanecerá, y que solo nosotros, en nuestra firmeza, seremos los que adelantemos.
Azorín.

samedi 9 janvier 2010

Quand tu plonges tes yeux dans mes yeux


Galdós ha sido un poeta y un creador como lo ha sido el músico y compositor Fauré, autor que da título a esta pequeña recopilación o traslación de ideas de hoy. Don Benito, a lo largo de muchas de sus páginas nos ha dado pura lírica, una verdad en la poesía, difícil de separar del alma humana, por eso diría yo que ha dejado tantas y tantas viudas por el mundo -hablábamos entre clases el otro día- por que no deja de ser él casi sin quererlo el amante, esposo, siempre amado que vela nuestra alma por medio de sus historias y de sus palabras. Galdós ha sido el gran arquitecto del alma femenina, por que sabemos cómo nos conoció y que nos conoce. Hoy, en esta semana, el día 4 hace 90 años de la muerte de este gran hombre, del esposo de la humanidad femenina, del alma femenina, del recuerdo de aquél que cuidó su mundo como Jesucristo cuidó su Iglesia, el gran arquitecto creador. Es el amante que viene al recuerdo con su mirada siempre atenta y la letra de este texto de Fauré expresa una relación entre Galdós y yo, o Galdós y tú, porque sé ahora que puedes ser tú, que será mañana aquella otra, esa eterna energía. Esta semana recuerdo su partida, por recordar al que siempre está entre nosotros, cada día, cada momento en nuestros encuentros literarios, como una letanía inalcanzable y además, en mi memoria. Hoy escuchando "Quand tu plonges..." de Fauré, me reencuentro con el mejor arquitecto del alma femenina.
M.M.

mardi 5 janvier 2010

De Goethe por Azorín ABC, 5 de enero, 1910

Una de las muestras que acusan más claramente el atraso o cultura de un país o, mejor, de un grupo social es la asociación ideológica que se establece entre el ideal medio, conservador, tradicionalista, y la incapacidad intelectual y de orden altruísta y afectivo en las personas que lo sostienen, profesan y propugnan. Sería curioso dilucidar cómo, a través de qué concatenación ideológica, ha llegado a creer el vulgo -hay vulgo en todas partes- que no se puede tener un entenimiento claro, que no se puede tener una cultura seria, que no puede darse altruísmo y generosidad, y, sobre todo, independencia mental, si no se milita en un partido extremo. Un hombre, -los estamos viendo y saludando todos los días- puede tener un espíritu mediocre y estrecho, puede ser prácticamente un intolerante y un fanático, puede toda su cultura -cuánto hay de esto en el periodismo- reducirse a cuatro nociones vagas, superficiales y confusas; pero desde el momento en que vocifera por la libertad y por el progreso, desde el momento en que milita en un grupo o secta radical, estrema, ya a los ojos de ese vulgo medio e "ilustrado" aparece redimido de toda su mediocridad y su estulticia. Sucede más aún. En nuestro periodismo vemos frecuentemente que en tanto que un escritor recto y sincero, íntegro, que vive modestamente y que nunca ha recibido dádiva ninguna de un partido político al cual está afiliado, se le tiene en entredicho y se forma a su alrededor un ambiente equívoco, otro escritor de opuestas condiciones, pero de ideas avanzadas, puede, sin escándalo, con toda naturalidad, acusar y zaherir al primero, y quedar sobre él en punto a corrección y moralidad política.
Lo que se dice respecto a las personalidades puede decirse respecto a las agrupaciones políticas. Un partido político se afana y pone todo su empeño en una obra patriótica de saneamiento de costumbres, de cumplimiento estricto de la ley; durante dos, tres, o cuatro años de su estancia en el poder, toda su labor estará orientada hacia ese propósito y todos sus hombres inspirarán su conducta en el más estricto cumplimiento del deber. La Prensa vigilará constantemente sobre sus menores actos; cualquier pequeñez que se suponga apartada de la más rigurosa moralidad -infundadamente- levantará clamores y gritos de protesta.
Para combatir a estos hombres y a este partido se supondrán y forjarán las más desenfranadas y absurdas fantasías...Sin embargo, adversarios de ese partido suben al poder (a veces lo escalan y fuerzan violentamente) y entonces toda la decoración cambia en absoluto. Para operar un poco decorosamente el cambio se han echado por medio las grandes palabras de libertad y de progreso. Entonces vemos que al amparo de estas palabras se pueden realizar y se realizan todos los hechos, todos los desenfrenos, todos los actos incalificables, todas las tropelías que antes se fingían e imaginaban para combatir el adversario y para clamar desgarradamente y mover barullo de protesta.
¿Se habrá perdido la conciencia social en un país en que tal espectáculo se ofrece? Y los hombres -políticos y periodistas- que en tal país se impongan el deber de trabajar por la cultura y por la moralidad, ¿no necesitarán para permanecer serenos e impasibles de una gran dosis de confianza en si mismos, de patriotismo y de fe? Precisas son en efecto, la fe y la confianza en la propia personalidad y en el íntimo ideal. Ante el ataque ínjusto, apasionado y aun injurioso; ante toda la avalancha de la mediocridad, y de la petulancia inverecunda, lo más grave que puede sucederle a quién sustenta un ideal es perder la íntima convicción en sí mismo, es cambiar en la posición tomada, es, en un apalabra, retroceder. Hayamos tomado la posición que hayamos tomado, no retrocedamos en un ápice jamás. El cambiar, el retroceder, vale tanto como ir encontra de nuestra personalidad, como dar por nulos y por equivocados todos nuestros esfuerzos, como acusarnos ante el adversario de nuestra propia debilidad y de nuestra inconsciencia.
No rectifiquemos, ni retrocedamos, ni cambiemos jamás. No perdamos nunca nuestra serenidad por duros y ásperos que sean los incidentes de la lucha. Quiero invocar las palabras de uno de los más altos y severos espíritus que han surgido en la humanidad. Respondiendo Goethe a una petición de consejo de suamigo Kestner, le decía lo siguiente: "Me pedís un consejo, y consejo es difícil darle desde lejos. El mejor consejo, el más leal y el más discreto es éste: Permaneced en vuestra posición...Permaneced fielmente y con firmeza en vuestro sitio. Dirigid todos vuestros esfuerzos hacia un solo fin. Sois el hombre indicado para eso, y avanzareis permaneciendo fijo porque todo lo que está detrás de vos retrocede. Todo aquel que cambia de posición pierde siempre moral y materialmente los gastos de viaje y de nuevo establecimiento y permanece rezagado. Yo os digo esto en calidad de hombre de mundo, y que sabe cómo las cosas acaecen."
Tengamos siempre presentes en la lucha, estas palabras de Goethe, de aquel alto, sereno y luminoso espíritu.
Azorín.

Símbolo

Galdós ha denunciado en muchas ocasiones el efecto arrasador y corrosivo de la pobreza, pero ha denunciado mucho más, el poder devastador de la limosna, unida ésta al freno del progreso de la persona. Él, estuvo toda su vida procurando que las personas tuviesen y aprendiesen a ganarse la vida de alguna manera, apostó porque la mujer defendiera sus oficios, trabajaran y no se dejaran llevar por el ocio, cuya estrecha relación con una imaginación enfermiza impedía la evolución de las mujeres como seres sociales, en definitiva, Galdós, no soportó la actitud de manutención absurda que la sociedad y en especial la Iglesia Católica había fomentado a lo largo de todos los tiempos, perjudicando a muchos, anquilosando la sociedad en la mayoría de los casos y generando vagos, alcohólicos y maleantes la mayoría de las veces. La Iglesia y el Estado con su falsa y asesina actitud paternalista ha cercenado las conciencias y las vidas de muchos españoles. Limosna. Misericordia, falsa misericordia, demoledora conjunción asesina, gracias Galdós por tu simbología, todavía hoy no descubierta.
Peter Solomon.

lundi 4 janvier 2010

Así es

"(Los libros) Los tuve, si, señor…. Declaro con toda verdad que, fuera de los de rezo, ningún libro malo ni bueno me interesa, porque de ellos sacan el alma y la inteligencia poca sustancia" Nazarín I, 4

Vaya sorpresa por parte de un escritor y con mayor razón por parte de un autor tan prolijo como Galdós ! ¿Tenemos que pensar que no se trata sino de una figura retorica o es más ? Yo creo que es más, pues, Galdós suele jugar con el lector como el gato con su madeja… Por consiguiente, el lector debe estar atento y decirse ¡ojo ! Si Galdós habla así, es que nos quiere enseñar algo…

Si el clérigo ("pavito de Dios !") nos muestra su desprecio de los libros es que él los ha superado ya… No desprecia la lectura, ni la cultura, pero, piensa que tenemos que ir más allá de los libros que no aportan sustancia… ¿Qué diría de la tele o de la informática… Instrumentos maravillosos, pero que pueden ser también "de poca sustancia" ? Bueno, el blog nos permitirá intercambiar ideas para comprender lo más substancioso de los escritos de Galdós.
Nazarín